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Equipo de fútbol |
¿Se imaginan un equipo de fútbol
que conformara su plantilla de una forma similar a como lo hacen los centros de atención
primaria en España? ¿Sería un equipo eficaz? Medio en broma medio en serio,
podríamos hacer un breve viaje desde los inicios de la formación de
un club. ¿Me acompañan?
Enero del 2007, por poner una
fecha. En un lugar de nuestro mapa autonómico. El presidente de la Federación
de Fútbol de Iberia del Sur ha autorizado la constitución de un nuevo equipo de
fútbol: el Centro de Salud AP Fútbol Club. Con fondos municipales, autonómicos y de la Unión Europea, en año y medio, estará construido
el estadio. Aún no ha estallado la burbuja inmobiliaria. En I+D no somos una
potencia pero en construcción de polideportivos, palacios de
congresos y viviendas, somos campeones del mundo.
En cuanto al equipo de jugadores,
no hay problemas. Existe una bolsa de contratación formada por jugadores desempleados.
Esta bolsa se rige por unos mecanismos de contratación pactados entre los
diferentes sindicatos de futbolistas y la Federación Regional de Fútbol. Así, cuando un equipo precisa contratar futbolistas no tiene más que ponerse en contacto con la
Bolsa, la cual les remitirá a los profesionales basándose, esencialmente, en
criterios de años antigüedad de ejercicio futbolístico. Ocurre, eso sí, que no se puede pedir jugadores específicos como porteros, defensas
centrales, laterales, o delanteros. Jugadores y punto. Ya
posteriormente, el entrenador tratará de organizar el asunto. Así que el equipo se conforma con once jugadores, ni uno más ni uno menos. Bueno, se me olvidaba, a nuestro equipo también se le permitió contratar a un único jugador suplente (a utilizar en caso de lesiones o enfermedad grave. Así que doce, en total.
La figura del entrenador es
curiosa. Tradicionalmente se ha tratado de un futbolista del propio equipo que
los jugadores escogían y al que el equipo directivo daba el visto bueno. En los
últimos años, las cosas han cambiado y se abre una especie de concurso público si bien es
verdad que la endogamia es muy elevada. Pero no nos vamos a enredar en esas
minucias.
La liga ha comenzado y nuestro
voluntarioso equipo, tras diez jornadas, va por la mitad de la tabla. Ha
intentado cambiar la posición de varios de sus jugadores pero hay tres o cuatro
que tienen un rendimiento pésimo. Suelen acudir con retraso a los
entrenamientos y eso se nota luego en los partidos. La mayoría son puntuales y
se entrenan con profesionalidad. El problema es que todos tienen que jugar sí o sí.
Nuestro entrenador, la verdad, se
encuentra muy agobiado. La Junta Directiva le pide resultados porque las cosas
no van bien. Él pide que le permitan dar de baja a tres jugadores y, en su lugar, contratar a dos delanteros y a un defensa central pero no hay manera. Las reglas son
las reglas. Para colmo, el equipo del barrio colindante va el primero de la
Liga Provincial. Claro, han tenido la enorme fortuna de que han coincidido, por
azar, seis jugadores magníficos. Otros cuatro son aceptablemente buenos y sólo
uno es un tanto mediocre.
Resignado, nuestro entrenador,
piensa que la única posibilidad es esperar al año próximo. Se abrirá una
convocatoria pública para ocupar, de forma indefinida, las plazas de jugadores
del equipo. A lo mejor, con suerte, varios de los que ocupen plaza de
futbolistas con carácter estatutario responden al perfil que necesita y, a
partir de ahí, puede formar un buen equipo con posibilidades de competir. Pero,
mala suerte. La convocatoria se retrasa de nuevo, un año más, como mínimo.
De este tema nuestro sufrido
entrenador ha hablado, en ocasiones, con otros entrenadores e incluso con
directivos de la Federación Provincial. Todos le dicen que tiene razón pero que
las normas son las normas y están para cumplirse. El sistema de contratación es
público, transparente y legal y eso es lo que importa. Además, mover las cosas
sólo traería conflictos entre sindicatos de futbolistas y Federación. Todos
saben que en otros países existen mecanismos de contratación de futbolistas profesionales
con otros criterios, más relacionados con el rendimiento profesional y que
nadie tiene asegurado el puesto de por vida, especialmente si rinde poco, pero
esas modas por aquí no han llegado ni se las espera. Por supuesto, en esos
países, no todo el mundo cobra lo mismo. Nuestro famoso “café para todos” les
extraña.
Al final, el equipo descendió de
categoría y pueden ustedes imaginar que la solución desde las instancias
superiores fue la típica: cambiar de entrenador.
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Trabajo en equipo |
Finalizando este viaje
metafórico, me viene a la memoria un artículo del año 2000 en el que Marquet
Palomer, hablando sobre la calidad de la atención primaria y sobre los factores
externos e internos que podían influir en el éxito de un equipo, concluía que
la diferencia entre el éxito y el fracaso se debe más a la coexistencia casual
de un grupo de personas comprometidas en un centro de salud que a cualquier
otro factor.
Lo anterior nos llevaría al
hecho, nuevamente, de los mecanismos de selección de profesionales, de cómo se
les promociona y motiva y, desde luego, de cómo y con qué instrumentos se miden
los resultados de un equipo. Pero eso es harina de otro costal.
Si alguien tiene alguna
experiencia que quiera aportar sobre su “club de fútbol” y su dinámica, me
encantaría que la pudiera compartir.
Referencias
Marquet Palomer, R. (2000).
Calidad en atención primaria: diez años de errores de los que aprender (o sólo
el que anda tropieza). Cuadernos de Gestión, 1(3), 1-3.
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